Todos los seres vivos necesitan moverse y relacionarse de forma constante para tener salud y vida. Este movimiento lo realizan los órganos internos de nuestro cuerpo; y tambien lo realizamos en todas las formas en que podemos manifestarnos física y emocionalmente...
Con la expresión física, al movernos, damos y recibimos de forma constante. Nuestra energía se mezcla con la Energía Universal: recogemos la que hay circulando para que esté en nosotros y damos la nuestra al Universo.
Si la energía se detiene o se estanca, la persona se enferma: los órganos internos se atascan y la expresión física incluso se para. Para volver a ponerla en movimiento existen muchas formas. La medicina lo hace, por ejemplo, dando fármacos que vuelven a estimular lo que estaba parado y vuelve a haber movimiento...
Pero se puede hacer de otras maneras. Infinitas... y una de las más bellas es lo que conseguimos cuando provocamos el movimiento a través de la música y la danza.
Al bailar movemos toda nuestra energía. Recorre todos nuestros canales a través de nuestro cuerpo, de tal forma, que todo lo que estaba parado o estancado, vuelve a fluir. Cada movimiento que hacemos es una conexión con la energía que hay fuera. Ya no estamos estancados y solos, sino que nos conectamos y compartimos...
La energía que fabrica la danza hace que nuestro cuerpo, tanto a nivel psicológico como físico, salga de cualquier tipo de estancamiento y vuelva a vibrar con toda la energía del universo, lo que significa, sanación y felicidad.
De ahí, que después de un tiempo de danza o música nos encontremos más vitalizados, más llenos de energía, más felices, más conectadas con la gente y con la alegría de vivir...
Esto es así y doy testimonio de ello
porque es lo que siento cuando bailo.
Me he dado cuenta de que vivía parada
y ahora fluyo.
De ahí que siempre diga que una hora de baile
recarga mis energías para toda la semana.
Yo así lo siento y así lo vivo.