Hace un añito que empecé con mis clases de Danza del Vientre y no pasa un sólo día en que no sonría dando las gracias de haberme atrevido a ir a esa clase, con esa gente que no conocía, arrastrando a mi mejor amiga casi de las orejas para "investigar" que se cocía ahí dentro... ¡¡¡Jejejejejje!!!
Volví tan prendada de mi viaje a Egipto que me atreví a dar el paso de ir a ver cómo eran esas clases.... Igual hacían que no olvidara tan pronto lo que había vivido... Tenía a Egipto tan metido en mis ojos que deseaba no dejar de oir su música, ver su arena, sentir la calma que ese viaje dio a mi alma...
Así que, allá llegué yo con mis lorzas, mi poca autoestima, y me escondí detrás de la columna para ver lo que hacían esas chicas tan delgadas y esa profe "tan estirà" con ese pañuelo tan bonito....
Recuerdo perfectamente cada canción de ese día de clase, lo mucho que me esforcé en seguir cada paso, cada giro, cada movimiento de cadera... Lo agotada que estaba cuando le pregunté a Belén,( mi pobre amiga), que si habían pasado las dos horas que duraba la clase y lo ojipláticos que se quedaron mis ojos cuando ella me contestó que...¡¡¡ sólo había pasado media hora!!! Si no podía con mi cuerpoooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!
Pero más chula que nadie, ahí seguí, dándolo todooooooooo ( sin dejar de estar escondida, jeje, no sabía yo que ellas, las profes, lo ven y lo oyen todo....) y tooooooooooodoooooooooo me dolía al día siguiente.... Blasfemé al intentar incorporarme en la cama y ver que mi estómago y mis brazos no me respondían...
Egipto sigue en mis ojos y en mi corazón late la música árabe...
Madre mía, es increíble lo que ha cambiado mi vida en este año...
Me miro y me gusto, y eso se lo debo a las clases de Danza... y a mis compañeras de clase.
Si en este grupo no estuvieran justo estas personas no sería lo mismo... ¡qué va! Hay una magia especial entre nosotras... ¡la Magia existe!
Y Belén sigue en las clases conmigo.... Volvimos al martes siguiente y hasta hoy... Ayer celebramos juntas, bailando, nuestro aniversario de danza...
Y también estaba Marian, que llegó a mi vida gracias a este grupo, con quien la pasión por el baile se afianza, se regenera y los ensayos cobran vida y la música tiene razón de ser...
Y por supuesto, allí estaba ayer ella, mi maestra, aquella que me lanzó al corazón ese ánzuelo transparente... Aquella por la que mi amor a la Danza Oriental es como es... Me enganché por ella y la vida me ha recompensado... ¡¡Qué mínimo que dar las gracias!!