En fín, la semana pasada fue algo difícil y las clases de ayer me vinieron genial porque hoy me siento nueva. ¡Nueva! hacía tiempo que no me sentía tan bien al día siguiente de las clases de baile, porque la apatía otoñal se había instalado también en mis ganitas de danza.
Nuestra profe vino ayer con muleta a dar la clase porque se había hecho daño en una rodilla , así que la tuvo que dirigir desde una silla. Pero no creais que fue una clase mala, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡no!!!!, fue más cañera que nunca porque ahí sentada lo controlaba todo toditoooooooooooooo!!! Era toda ojos para cada movimiento que hacíamos, y claro nos metió una caña que ni contaros la sudada que cogimos. Porque ella lo iba diciendo pero claro las que lo hacíamos éramos nosotras y uffffff, hubo momentos que las piernas y los brazos me temblaban... pero... no dije nada y aguanté....
¡¡¡Pero!!! Me estuve observando y estoy feliz!!!! Porque ayer me observé y ya no hago sólo los pasos sino que coloco bien los pies. A ver si me explico. Es que claro, esto de intentar hacer algo básico de ballet con 36 años pues como que no, pero, me gustó verme en el espejo y por ejemplo en un twist hacia detrás ya no sólo lo hacía de cadera sino que encima, colocaba bien los pies...
Ay, ¡¡¡qué contenta me puse conmigo misma!!!
¡¡Es que como siempre pongo los pies como hacia adentro me observé y me emocioné!!
Y también estoy muy contenta con mis abductores: ayer se portaron como unos verdaderos campeones, ( se notan las clases de wu shu), para arriba y para abajo, y venga otra vez, con ochos básicos, con mayas, y hale pa arriba y pa abajo, ...¡¡¡y hoy no tengo agujetas!!!