Dejarse llevar no es algo que suela suceder en mi Vida porque me gusta no perder nunca el control de las situaciones. Con las emociones me suele pasar todo lo contario, las vivo al máximo normalmente, y por eso suelo sufrir pero, esta es mi forma de ser.
En danza oriental suelo estar pendiente de hacer perfectamente los ejercicios, de controlar la cadera, que el hombro no me duela, de seguir a la profe...de ser técnica pero...
El lunes pasado me dejé llevar tanto que hubo un momento que pensé que estaba en clase de Taichí, donde la respiración, el dejarse ir, el no controlar es lo nomal... entras en una especie de trance hipnótico de repetir y repetir las secuencias y de respirar los ejercicios...
Estábamos haciendo velas, y los movimientos de las manos, la luz ténue, la musiquilla, me fueron llevando poco a poco a un estado de relajación increíble. Poco a poco fue desapareciendo la clase, las demás chicas y la voz de la profe sonaba como lejana. Mi respiración se hizo tan pausada que pensé que me iba a dormir de pie...
Me encantó y quiero volver a esa sensación más veces...