Y te encuentras con tus amigas...
¡y viene un chico nuevo!
Y calientas.
Te estiras.
Te miras en el espejo con dos coletas despeinadas y te da igual.
Descubres que unos ojos pueden hechizarte a tí misma.
¡Y son los míos!
Te colocan el cuello.
Te tensas.
Te tiemblan las piernas.
Te ríes.
Te tiemblan más las piernas y crees que te vas a caer.
Africanas de cadera y de pecho (¡no me salen!).
Tengo que ensayarlas en casa.
¿Qué me suba la camiseta?
Te ríes más.
Intentas hacer vueltas como la profe, y claro, no te salen ni de coña.
Te corrigen.
Memorizas.
Das más vueltas.
Te vuelven a corregir.
Dios, memoricé mal.
¡Qué dolor de cuello!
Me miro en el espejo.
Y me sonrío...
Esto marcha, las baterías suben...
y mañana no me podré mover.
¡Fantástico!
P.D.: Ayer sonó una canción que siempre recordaré de mi primera clase de danza del vientre...¡Qué fuerte! La cadera, en esos momentos, no se puede sujetar porque cobra vida sola...y agradece,desde lo más profundo de su ser, cada segundo que baila.
3 comentarios:
Has descrito a la perfección lo que es ir a clase de bajón y salir como una rosa, jeje! Si es que es nuestra terapia!! Ánimo con esas africanas!! ;)
Un besito!
P.D. Por fin se me actualiza tu blog!
Me he perdido visualizándote con dos coletas... jejejejeje... y despeinada... jejejejeje.
Cada vez son más chicos que se enamoran de esta danza. En una de mis clases hay uno y baila muy bien.
La danza te hace recargar baterias, aunque salgas sin fuerzas de la clase. Cuando esto pasa... siempre quieres más.
Besitossssss
Si, ya veoooo se actualiza el blooogg me alegro!!!.
El baileee que nos hace fluir y cambiar a cada segundo, transformar lo malo en lo bueno, motivar y desmotivar...que seríamos sin él?
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