jueves, 30 de enero de 2014

La emoción...

...es imposible de medir
porque a veces se manifiesta
en alegría, en lágrimas,
en abrazos,
en sonrisas...
y en mi caso,
en pasos de baile.
 
¿Quién me iba  a mí a decir
que acabaría dando una clase de danza tribal
y mi querida Maestra de Danza Oriental
estaría en ella como alumna?
 
Si dijera que no estaba nerviosa, mentiría,
pero cuando nos reunimos y sientes esa energía de gente
que ama bailar tribal
no hay sitio más que para intentar explicar
lo mejor que puedas los pasos
y que les lleguen llenos de tu amor
y respeto hacia esta danza.
 
Y allí estaba ella dando giros
con una de mis faldas de tribal.
La veía feliz...
y yo aún lo estaba más.
 
Me dijo después que estaba emocionada
de verme allí delante,
enseñando
e incluso le dio penita
que acabara la clase...
 
¡Madre mía!
¡¡Qué bonito!!
 

lunes, 20 de enero de 2014

Todo se mueve (Paulo Coelho)

Cuando bailamos, somos libres. 

Mejor dicho, nuestro espíritu puede viajar por el universo, mientras el cuerpo sigue un ritmo que no forma parte de la rutina. Así podemos reírnos de nuestros grandes o pequeños sufrimientos, y nos entregamos a una nueva experiencia sin miedo. Mientras la oración y la meditación nos conducen hasta lo sagrado a través del silencio y del viaje interior, en el baile celebramos junto con otras personas una especie de trance colectivo.

Se puede escribir lo que se quiera sobre el baile, pero no servirá de nada: es necesario bailar para saber de qué se habla. Bailar hasta quedar exhausto, como si fuésemos alpinistas subiendo una montaña sagrada. Bailar hasta que, en virtud de la respiración agitada, nuestro organismo pueda recibir oxígeno de una manera a la que no está acostumbrado, lo que acaba llevando a la disolución de la identidad y a la pérdida de nuestras referencias del tiempo y del espacio.

Claro que podemos bailar solos si eso nos ayuda a superar la timidez. Pero, siempre que sea posible, es preferible bailar en grupo, pues unos estimulan a los otros y acaba creándose un espacio mágico, con todos conectados en la misma energía.
Para bailar, no es preciso aprender en escuelas: basta con dejar que nos enseñe nuestro propio cuerpo, pues bailamos desde la noche de los tiempos, y eso no lo olvidamos.

....

Cuando nos hacemos adultos y envejecemos, tenemos que continuar bailando. El ritmo cambia, pero la música es parte de la vida, y el baile es la consecuencia de la penetración de este ritmo en nuestro ser.

Continúo bailando siempre que puedo. En el baile, el mundo espiritual y el mundo real consiguen convivir sin conflictos. Como dijo alguien que no recuerdo, los bailarines clásicos se mueven sobre la punta de los pies porque están al mismo tiempo tocando la tierra y alcanzando los cielos.




miércoles, 8 de enero de 2014

Y despedí el año bailando...

...y aprendiendo más ATS, ¡¡no podía ser de otra manera!! 

Y menos mal que me apunté a estos cursos porque mi Tribu bailaba a 800 km de mí ese día y si no hubiera estado bailando hubiese cogido el coche sólo para no perdérmelo. Ha sido la primera vez que ellas bailaban y yo no; que no preparaba la actuación, la música... Ha sido extraño y emocionante ver como ellas solitas iban arreglando los contras que surgían y verlas en una foto a través del móvil justo antes de actuar y saber en mi corazón que todo saldría muy bien.


Y mientras, yo seguí aprendiendo ATS de la mano de Núria Gallego. Me encanta ser alumna de vez en cuando y volver a ser una esponja. Una gozada conocer a esta hermosa personita y a más tribaleras valencianas que acudieron al Taller. 

Me encanta bailar ATS con gente que no conozco porque me une al Idioma Universal que amo.


Re-aprendí pasos, re-coloqué posturas, re-definí cosas que hacía mal y aprendí pasos nuevos a los que les tenía ganas. Tengo más material en mi libretita tribalera para compartir con mis hermanas y crecer juntas.