...es imposible de medir
porque a veces se manifiesta
en alegría, en lágrimas,
en abrazos,
en sonrisas...
y en mi caso,
en pasos de baile.
¿Quién me iba a mí a decir
que acabaría dando una clase de danza tribal
y mi querida Maestra de Danza Oriental
estaría en ella como alumna?
Si dijera que no estaba nerviosa, mentiría,
pero cuando nos reunimos y sientes esa energía de gente
que ama bailar tribal
no hay sitio más que para intentar explicar
lo mejor que puedas los pasos
y que les lleguen llenos de tu amor
y respeto hacia esta danza.
Y allí estaba ella dando giros
con una de mis faldas de tribal.
La veía feliz...
y yo aún lo estaba más.
Me dijo después que estaba emocionada
de verme allí delante,
enseñando
e incluso le dio penita
que acabara la clase...
¡Madre mía!
¡¡Qué bonito!!
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