La danza es, fundamentalmente, un vehículo de comunicación que no necesita palabras para difundirse. Los movimientos que se realizan en la danza poseen significados en sí mismos y llegan a transmitirse a través de pautas inherentes al ser humano.
Numerosos estudios antropológicos han puesto de manifiesto que todos los pueblos, en mayor o menor medida, han utilizado la danza como parte integrante de su experiencia cultural.
Muchas comunidades en todo el mundo siguen practicando estas danzas como elemento social, de la misma forma en que lo hacían hace miles de años: Danzas de bienvenida, nacimiento, muerte, recogida de la cosecha...
Con la agricultura y los fenómenos meteorológicos asociados, surgieron muchas danzas rituales que propiciaban la fertilidad de la tierra; otras, eran realizadas para favorecer la fertilidad de las mujeres. Hoy por hoy, vemos reminiscencias de éstas, en la danza oriental.
Con una simbolización cada vez más abstracta y, más tarde, con la elaboración y dominio de la técnica, las danzas se fueron desarrollando hasta convertirse en danzas de exhibición.
Este proceso de expresión individual - socialización - elaboración técnica, se ha repetido en distintas áreas geográficas y en diferentes épocas, desde el Neolítico hasta nuestros días.
Hoy en día, lo que a mí más me interesa es cómo incorporar el contenido de la danza, especialmente la danza oriental, en mi propia forma de vida...
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